¿Te ha sucedido alguna vez que desde tu mente tienes claro un problema y quieres cerrarlo pero le sigues dando vueltas y las emociones incómodas te generan malestar físico?
Nuestras sociedades dan mucho protagonismo a la mente y al pensamiento racional, por lo que es normal que nos quedemos atascados en problemas que, aunque hayamos zanjado desde nuestras cabezas, nos siguen doliendo.
Esto se da porque las emociones que nos provoca esa situación son tan desagradables que hacemos cualquier cosa por no sentirlas y llevamos a cabo todo tipo de conductas evitativas, como por ejemplo:
- Comer en exceso o sin hambre.
- Consumo de alcohol, tabaco, sustancias.
- Distracciones pasajeras como las redes sociales o series.
- Hacer cosas y planes todo el tiempo.
- Consumo de porno y masturbación.
- Compras compulsivas.
- Trabajar en exceso.
- Obsesión con el deporte y el autocuidado.
- Criticarnos y criticar a los demás.
- Preocuparnos por los demás y querer cuidarlos todo el tiempo.
- Pensamiento obsesivo.
¿Sientes que alguna de ellas te resuena? Siempre hablamos de comportamientos que los sentimos excesivos y que si aplicamos un poco de honestidad podemos detectar que no los hacemos con una actitud plena de saborear la experiencia, sino que se trata de una manera de entretenernos y desviar nuestra atención de aquello que nos molesta.
Esto es completamente normal, así que lo primero que podemos hacer para ayudarnos es intentar liberarnos de la culpa que nos genera ser conscientes de que nos hemos descuidado. En primer lugar, nunca recibimos una educación profunda sobre las emociones, por lo que es normal que nos abrumen y hagamos todo lo que podamos para no transitarlas.
Y es que en realidad las emociones son como una especie de brújula interior que nos va guiando para enseñarnos aquello que es importante para nutrir nuestras vidas con lo que sea que necesitemos para ser felices. Y cada persona necesita cosas diferentes para ser feliz, por lo que –también– cada persona sentirá de una manera única y solo está en nuestras manos escuchar lo que sentimos y atendernos de la manera –también única– en la que necesitamos atendernos.
Por eso es muy importante dejarnos en paz desde la mente y animarnos a transitar las emociones desde un lugar seguro, como el que nos ofrece la práctica de mindfulness y autocompasión, pues una vez que hemos podido estar con nuestras emociones sin juzgarlas, dándoles espacio y dejando que el corazón nos cante su canción con lo que está sintiendo, esas emociones incómodas se irán transformando en una sensación de bienestar y confianza en nosotros mismos y sabremos identificar mejor qué necesitamos para nutrir nuestras necesidades, dejando que el corazón se relaje y la mente pueda descansar, pues ya no necesita estar fabricando pensamientos impulsivos sobre la solución al problema, ya que le hemos dado espacio a las emociones desde el cuerpo y nos hemos atendido como nos merecemos.
Siempre os animo a que vivamos nuestras emociones al día, pues el cuerpo tiene memoria y si las seguimos evitando de manera recurrente, tarde o temprano el cuerpo nos acabará hablando.
Espero que la información te haya resultado útil y si deseas aprender más sobre cómo cuidarte y cómo cuidar de tus emociones y de tu mente, te animo a ponerte en contacto conmigo y te informaré sin compromiso.
¡Muchas gracias!
Jezabel Hernández
