Vivimos en sociedades altamente intelectuales, con un enfoque mental en todo lo que hacemos, por lo que es como si viviéramos a través de unas lentes que solo nos dejan experimentar la realidad a través de la fabricación de pensamientos de nuestra mente. Nos identificamos con lo que pensamos hasta el punto de que creemos que somos lo que pensamos y somos lo que opinamos y somos todo lo que nuestra mente es capaz de producir.
Por suerte, esta manera de vivir ya está cambiando y estamos descubriendo que hay nuevas maneras de relacionarnos con el mundo en el que vivimos, de ahí la enorme explosión del cuidado del cuerpo, que nos lleva cada vez a estar más atentos a nuestras sensaciones corporales.
Por eso, en meditación hablamos de la mente que piensa, como si se tratara de un sentido más y poco a poco podemos ir viendo que nuestra mente fabrica ideas que son cambiantes y que no necesariamente nos definen. De ahí que digamos que tenemos una mente que piensa, un corazón que late, una nariz que huele.
Si paso por un contenedor de basura y mi nariz huele la basura, yo sé que el hecho de que mi nariz huela la basura no significa que yo sea basura. Sin embargo, pensemos en todas las veces que hemos estado en un entorno humano tóxico, ya sea en el trabajo, con amigos o con nuestra pareja o ligue, y al volver a casa tenemos pensamientos repetitivos y desvalorizantes sobre nosotros y nos identificamos con esos pensamientos, es decir, los creemos. También sucede cuando consumimos contenidos en revistas o redes sociales y después tenemos pensamientos pesimistas y destructivos sobre nosotros o nuestras vidas.
Estos pensamientos pueden sonar del tipo:
- no soy suficiente
- esto me pasa por vago/vaga,
- tengo que esforzarme más
- tengo que estar más (delgado/a, en forma, musculado/a…)
- tengo que estar menos (viejo/a, gordo/a, cansado/a…)
- nadie me quiere
- todo me pasa por mi culpa
- yo soy el/la culpable de lo que me pasa, si hiciera esto o lo otro…
- es normal que me vaya así de mal, si hubiera hecho esto o lo otro…
- no hago lo suficiente y nadie se fija en mí
- los demás sí que pueden, ¿por qué yo no?
- soy malo/a, feo/a, gordo/o, flaco/a, no tengo dinero, no soy nadie, nadie me reconoce…
Tan solo son algunos ejemplos, pero la imaginación de la mente para fabricar pensamientos desvalorizantes es enorme, así que, sean cuales sean los pensamientos que fabrique tu mente, ya puedes decirte que tú no eres esos pensamientos, tu mente ha estado sometida a una presión mental muy grande y está generando esos contenidos, igual que una nariz que acaba de pasar por un contenedor y huele la basura, o un corazón que se ha visto sometido a una actividad mayor y ha aumentado su ritmo cardiaco.
Así que tú no eres eso. Tú eres el observador, la observadora que ve los pensamientos que ha generado tu mente. Si te das cuenta de esto, será mucho más sencillo ayudar a tu mente a calmarse y poco a poco podrás ir soltando la identificación con los contenidos mentales que te abruman.
Siempre os animo a que, en la medida de lo posible, llevéis una vida equilibrada con los 6 sentidos (sí, en meditación trataremos la mente como un sentido más de nuestro cuerpo) y pongamos atención a las actividades que hacemos a lo largo de un día y cuáles de ellas tienen en cuenta el resto de los sentidos. Aquellas actividades que involucren otros sentidos, como comer, mira si puedes hacerlas con mayor presencia con lo que estás experimentando y poniendo la intención en no seguir fabricando ideas mientras comes. Si no lo consigues, es completamente normal, así que te animo a tratarte con amabilidad y ver si la práctica de meditación y mindfulness podría ayudarte a estar un poco más en paz con tu mente que piensa.
Espero que la información te haya resultado útil y si deseas aprender más sobre cómo cuidarte y cómo cuidar de tus emociones y de tu mente, te animo a ponerte en contacto conmigo y te informaré sin compromiso.
¡Muchas gracias!
Jezabel Hernández
